jueves, 11 de julio de 2013

Historia de un emprendedor, que no descubrió que lo era hasta que se abrió al mundo.

Se pasó el día en pie, harto de estar siempre sentado. Desde esa altura oteaba el horizonte desde otra perspectiva, que le había impedido hasta ese momento ver cualquier otra cosa que aquello que tenía a primera vista y a una altura inferior. Observó que había mas cosas mas allá de lo que creía, y empezó a andar. Se dirigió a la ventana, que hasta ese momento tan solo había servido para que entrara luz, pero que en pocos instantes se convirtió en un lugar desde donde se veían mas cosas, mas allá del edificio y las paredes de siempre. Se imaginó cuan grande era todo lo que había fuera de la puerta del edificio y comprendió que lo mejor era perderse por las calles y descubrir. No dejó de andar y desde entonces, recoge del camino nuevas cosas y sonríe siempre.

Historia de un emprendedor, que no descubrió que lo era hasta que se abrió al mundo.

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